Asterix, Obelix y la burbuja especulativa
Hace
ya muchos años que empecé a leer las historias de Astérix. Astérix y
los juegos olímpicos fue el primero que me regalaron a finales de los
70, desde entonces, toda la colección ha pasado por mis manos. Sólo los
que han leído las historias del galo y su gordo compañero son
conscientes de los puntos de ventaja que su lectura proporciona a la
hora de abordar una buena partida de Trivial. La geografía europea y
toda su terminología romana: Helvecia, Lutecia, Hispalis,… las
tradiciones de cada país: los toros en España, las fondues Suizas,… la
historia de Roma/Europa, …
Pero la relectura de las historias de
Astérix, ahora ya de la mano de mis hijos, me ha deparado una verdadera
sorpresa al descubrir una lección de economía y, más en concreto, una
lección sobre el proceso de creación y destrucción de las burbujas especulativas sobre activos. Resumo la historia:
Después
de haber arrasado una vez más un campamento romano, el César se muestra
desesperado de su incapacidad para doblegar a los galos. Cayo
Coyuntural le sugiere un maquiavélico plan para forzar la decadencia de la Galia.
Cayo empieza a comprar menhires a Obélix mediante el crédito ilimitado
que le concede el gobierno. Obélix, seducido por las potenciales
ganancias en sestercios que el negocio le proporciona, deja de cazar
jabalíes para dedicarse a la producción, venta y distribución de
menhires. Poco a poco casi todo el pueblo entra en la dinámica.
Unos cazan para Obélix, que ya no dispone de tiempo para ello, aunque
es lo que más le gusta, otros pican piedra para él y otros le tejen
lujosas vestimentas.
Astérix
está desolado pues su amado amigo ya no le hace caso y no le acompaña,
tan sólo le preocupa ganar más. Sus reflexiones con Panorámix(el druida)
no tienen desperdicio. Ambos están especialmente extrañados, pues no saben para que sirve tanto menhir,
de hecho nadie lo sabe. A los demás les da lo mismo, como ganan dinero,
pierden completamente de perspectiva la irracionalidad de lo que están
haciendo…
Pronto la competencia empieza a
surgir, el pescadero produce menhires, edadepiédrix(el vejete) también
se une a la moda y lo mismo eseatumátix(el herrero). Ante el exceso de
oferta el gobierno empieza a comercializar los menhires, que compra a
los galos, a todo el pueblo romano. Se convierte en un producto de moda,
si no tienes tu menhir no eres nadie. Los propios romanos empiezan a
producir menhires y ante el intento de veto por parte del César de su producción, la asociación de fabricantes se revela, ya que muchísimos puestos de trabajo dependen de esta industria.
Tanta sobreproducción, forzada por el
propio panoramix que quiere desmontar el sistema y que proporciona la
pócima a todo aquel que quiere producir, acaba haciendo quebrar el
sistema. El precio del menhir esta por los suelos y ya nadie los quiere.
Los últimos en enterarse de la crisis son los galos que siguen
produciendo a destajo. Cuando descubren que ya nadie quiere sus menhires
estalla la revolución. La tensión entre los galos crece y se produce
una enorme batalla campal que acaba devolviendo las aguas a su cauce. El sestercio se devalúa
y los campamentos romanos vuelven a ser arrasados para divertimento de
los galos, que recuperan su espíritu y lo celebran con una gran fiesta
donde se ponen hasta las orejas de jabalí asado.
Si
miramos la fecha en que este libro fue editado, descubriremos que data
del año 1976, a medio camino entre las crisis del petróleo del 73 y la
del 79. Goscinny y Uderzo ejemplifican con claridad como bajo las burbujas subyace una profunda crisis de valores
en la que lo importante pasa a ser la acumulación de riquezas frente a
la opción, claramente superior, de cazar jabalíes y reír con los amigos,
lo mejor de la vida, para lo que los sestercios aportan poco. Que cada
cual lo aplique a su vida personal a su manera.
Desde 1976 hasta hoy se han producido
avances tecnológicos sin igual. Aunque no hemos vuelto a ir a la luna,
en 34 años hemos creado internet, el Colisionador de Hadrones, el
Hubble, la telefonía móvil,… sin embargo, seguimos sin tener ni idea
sobre el funcionamiento de las dinámicas de nuestro sistema económico.
Asterix y Panoramix han sido capaces de identificar a posteriori una
burbuja y desinflarla teniendo que asumir las consecuencias negativas de
ello, “La resaca after la fiesta”. Los economistas y financieros del
mundo real siguen debatiéndose sobre la predictibilidad y la viabilidad
de pinchar las burbujas, es decir no han avanzado nada, aunque el
mecanismo por el que se producen las burbujas no parece ser mucho más
complejo que el de un chupete. En la Harvard Business Review ha habido
últimamente un cierto debate al respecto:
How to survive a bubble: ¿Se puede identificar el momento más adecuado para deshinchar una burbuja?
What Should We Do About Asset Bubbles? ¿Se debe intervenir en las burbujas o debe ser el mercado el que las desinfle?
Asset Bubbles Can’t Be Eliminated:
Las burbujas son una mezcla de expectativas crecientes, instinto
gregario borreguil y exceso de liquidez. Si eliminamos las burbujas
tendremos inflación.
Como el instinto gregario seguirá (algún
día os contaré mi teoría de la cola corta), los bancos seguirán
prestando con más alegría cuando las cosas van bien que cuando van mal y
el gobierno seguirá animando la economía inyectando dinero donde no
debe y cuando no debe, podemos ir esperando las próximas burbujas: la de
las energías renovables, la del cobre, la del CO2 y sus derechos, la
del agua dulce,… Suerte y que cada uno saque tajada de la que pueda si
sus valores se lo permiten, claro.
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